El calendario está armado como mejor le queda a los otros. Ellos terminan de jugar el Súper Rugby y entran al Championship en su mejor ritmo. Argentina, mientras tanto, tiene que esperar hasta el final de la temporada europea para contar con todos sus jugadores, y llega con apenas dos semanas de trabajo intenso, en los que solo tuvo tiempo de jugar una tocata con un club australiano. Desde ahí, ya te llevan ventaja, sin contar la genética o que estos tipos tienen escuelas de formación hace 20 años, mientras que nosotros hace poco. Todavía es una utopía pensar en estar a su nivel. Se puede hacerles un buen partido, pero por lo general te van a dar una lección de rugby. Te dan la pelota, pero están en todos lados. Son como una pared negra que te presiona y te va comiendo. No solo físico, sino organizativo.

La cachetada es dura, pero el que entiende de rugby, sabe que es la realidad. La viví, jugué contra ellos y sé que la brecha que nos separa todavía es grande. Pero estoy convencido de que éste es el camino correcto. Hay que tener paciencia. Argentina tiene un semillero increíble de jugadores. Hay que seguir aprendiendo de los que más saben.